Las cenizas han secado mis ojos
y han hecho descansar
la punzante necesidad
de un grito desesperado.
El temblor retumbante
entra en mis oídos para recordarme
la interminable locura
que envuelve a mis días .
El espejo sigue mostrando
lo que el torcido laberinto
ha llevado a erróneas puertas
que he abierto y no he podido cerrar.
El jardín ha dejado de florecer
por regarlo con lágrimas amargas
que el fuego en cenizas las convierte
tranquilizando mi ser y mi alma...
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